¿Qué demonios ha metido esa hija lujuriosa en el té de su padre, algún tipo de estimulante? Quería deliberadamente que él se empalmara, ¡y se paseaba por la casa en bragas! Y dónde podía ir el hombre si su cabeza ya había alcanzado el objetivo. Ninguna polla podía resistirse a esa tentación.
A través del cristal comenzó a excitar al vecino, se masturbó ante la mirada desnuda de la rubia madura. Luego se metió dentro y empezó a follarse a su vecina, frotando periódicamente las tetas y el clítoris de su compañera.